La franquicia de James Bond siempre se ha caracterizado por su tono cambiante a lo largo de las distintas películas, lo que ha dado lugar a una variedad de escenas que se adentran en el terreno de lo irreal. Al principio, la serie presentaba narrativas de espionaje sencillas con personajes ligeramente excéntricos. En cambio, la etapa de Sean Connery parecía más realista en comparación con las entregas posteriores. Con la incorporación de Roger Moore al papel, la serie adoptó un estilo más extravagante, con artilugios de ciencia ficción, secuencias de acción extravagantes y una interpretación relajada de las leyes físicas.
Mientras los fans esperan con ansias las novedades sobre Bond 26, la elección del actor que asumirá el papel de 007 es solo un elemento de una ecuación más amplia. El tono de la serie desempeñará un papel fundamental a la hora de definir este nuevo capítulo. Si bien las películas de Daniel Craig se han inclinado hacia una representación realista, es posible que la franquicia vuelva a los tonos más ligeros y menos serios que recuerdan a Roger Moore o Pierce Brosnan. Independientemente de la época, incluso las películas de Bond más aclamadas a menudo incluyen momentos que llevan al público a cuestionar su verosimilitud.
10 George Lazenby rompe el cuarto muro
Al servicio secreto de Su Majestad (1969)
La transición de Sean Connery a George Lazenby marcó un cambio significativo en la franquicia Bond. “Al servicio secreto de Su Majestad” básicamente pasó por alto cualquier explicación sobre el cambio de reparto, una elección que inicialmente generó algunas críticas. Sin embargo, con el tiempo, esta entrega ha ganado más reconocimiento, a pesar de las críticas mixtas sobre la interpretación de Lazenby de Bond. La película incluye notablemente una memorable línea que rompe la cuarta pared y que se le dice directamente al público después de un enfrentamiento en la playa.
La frase “Esto nunca le pasó al otro tipo” se ha vuelto icónica desde entonces, pero altera la inmersión del espectador en la historia. Es mejor verla como un comentario cómico, ya que un análisis más detallado revela una gran cantidad de inconsistencias en la trama y problemas de continuidad confusos que surgen de la narrativa en evolución de la serie.
9 consejos de Bond para el coche de un lado a otro
Los diamantes son eternos (1971)
Tras el polémico debut de George Lazenby, Sean Connery hizo su regreso en «Diamonds Are Forever». Sin embargo, esta película no alcanza las alturas de los clásicos anteriores de Connery como «From Russia With Love» o «Goldfinger». Su trama enrevesada ve a Bond envuelto en escenarios ridículos que involucran a Blofeld y un improbable equipo de dobles, lo que lleva a un tono más ridículo que comenzó a hacer eco de la tontería que se encuentra en la próxima era de Moore.
Una escena particularmente inverosímil ocurre cuando Bond hace una frenética huida en Las Vegas, donde realiza una maniobra con el coche que le obliga a pasar a una maniobra de dos ruedas. Aunque se ejecuta prácticamente, un error de continuidad evidente revela que el coche entra en un callejón estrecho por un lado y sale por el contrario, lo que levanta sospechas. Aunque Bond y Tiffany Case desplazan su peso hacia la izquierda, eso no justifica la ridícula maniobra.
8 El helicóptero vuela en un ángulo
El mañana nunca muere (1997)
Tomorrow Never Dies ha recibido críticas mixtas, en particular en lo que respecta a talentos poco utilizados como Michelle Yeoh y un antagonista decepcionante interpretado por Jonathan Pryce. Sin embargo, sí presenta algunas secuencias de acción memorables que recuerdan la emoción de “GoldenEye”, especialmente la persecución en motocicleta llena de adrenalina en la que Bond se encuentra esposado a Wai Lin. Sin embargo, el helicóptero que lo persigue desafía todas las leyes conocidas de la física.
Al examinar la escena, uno puede reconocer rápidamente lo poco realistas que son los movimientos del helicóptero. Volando a baja altura sobre una calle concurrida e inclinándose hacia adelante, tal maniobra sería imposible sin un empuje significativo hacia adelante para mantener la altitud. Un helicóptero no puede simplemente flotar en un lugar mientras está inclinado hacia adelante; hacerlo requeriría una velocidad excesiva. Este descuido prepara el escenario para una acrobacia emocionante pero poco realista en la que Bond se desliza debajo del helicóptero que flota.
7. Bond conduce medio coche por París
Panorama para matar (1985)
“Panorama para matar” es conocida por sus secuencias extravagantes y extrañas, que ponen a prueba la credibilidad en términos de trama y trabajo de especialistas. Un momento particularmente asombroso durante una persecución en coche en París es cuando Bond se apodera de un taxi, pero este queda totalmente comprometido cuando una barrera le arranca el techo, convirtiéndolo en medio vehículo tras otra colisión.
Las nociones infantiles de física quedan en evidencia cuando el taxi acelera con la parte trasera completamente destrozada. No solo es muy improbable que un taxi estándar (no uno modificado por Q) mantenga esas velocidades después de sufrir daños, sino que el coche se desliza como si nada hubiera pasado, manteniendo el ritmo como si todavía estuviera entero. “Panorama para matar” desafía con frecuencia a los espectadores a suspender su incredulidad, y aunque la persecución con medio coche es emocionante, sin duda supera los límites de la verosimilitud.
6. Bond aborda un avión en el aire
Ojo dorado (1995)
“GoldenEye” es famosa por sus impresionantes secuencias de acción, que a menudo superan los límites de lo creíble. En una de esas escenas, Bond se enfrenta a la elección de escapar en un pequeño biplano que se precipita por un acantilado, mostrando una serie de acrobacias cada vez más improbables.
El viaje de Bond incluye conducir su motocicleta por un acantilado, realizar un salto en paracaídas para alcanzar el avión que cae y, finalmente, controlarlo para evitar el desastre. Cada truco individual desafía la razón y, en conjunto, rayan en la pura fantasía. La hazaña de sacar un avión de una caída pronunciada sin el tiempo adecuado es particularmente atroz, pero son escenas como estas las que contribuyen a que «GoldenEye» sea venerada como un sello distintivo de la franquicia.
5. El coche invisible de Bond
Muere otro día (2002)
La tendencia de la saga de James Bond a sumergirse en la ciencia ficción suele atribuirse a los imaginativos artilugios de Q. Entre los más conocidos se encuentra el Aston Martin invisible de “Muere otro día”, que recibió críticas por su falta de practicidad. Mientras Bond circulaba por un terreno cubierto de nieve, las huellas de los neumáticos hacían que la invisibilidad del coche fuera irrelevante.
Si bien los avances en tecnología furtiva son muy prometedores, el concepto mismo de un automóvil invisible sigue siendo poco probable. Las pruebas actuales con tecnologías similares requieren condiciones precisas para su efectividad, lo que complica las cosas cuando intervienen variables impredecibles. Por lo tanto, la visión de curvar la luz alrededor de un automóvil en tiempo real parece inverosímil, lo que ejemplifica cómo el equipo de Q a menudo moviliza la línea entre la fantasía y la tecnología.
4 Bond surfea para alejarse de un tsunami
Muere otro día (2002)
Además del infame coche invisible, “Die Another Day” muestra otros elementos ridículos que subrayan su reputación como una de las películas menos realistas de la franquicia. Una escena particularmente increíble muestra a Bond escapando de un iceberg que se está derrumbando haciendo kitesurf sobre una simple lámina de metal mientras se avecina un tsunami.
Esta escena es tremendamente improbable y se ve agravada por los efectos CGI que han envejecido mal. La huida de Bond haciendo kitesurf se destaca como uno de los momentos más ridículos en la historia de Bond. El agua turbulenta, por desgracia, está mal representada por CGI, lo que enfatiza la desconexión entre las acrobacias prácticas y los efectos digitales menos convincentes. En última instancia, la firma de las películas de Bond a menudo brilla cuando se basa en representaciones más realistas.
3 mandíbulas muerden un cable de acero
Moonraker (1979)
Tiburón, uno de los antagonistas más memorables de la serie, deleita al público con sus características únicas durante sus apariciones en “La espía que me amó” y “Moonraker”. Con sus temidas mandíbulas de metal, Tiburón hace una exhibición de fuerza al intentar morder un grueso cable de acero, una hazaña que, en realidad, es inverosímil.
Aunque sus dientes de metal crean un aura de intimidación, la idea de que un ser humano pueda atravesar el acero con la boca es simplemente inviable, sin importar las circunstancias. La icónica escena fue filmada finalmente por Richard Kiel mientras masticaba una gran cuerda de regaliz, lo que revela cómo la magia del cine a menudo se aleja de las posibilidades de la vida real. Si bien son entretenidos, momentos como estos reiteran la naturaleza fantástica del universo Bond.
2 Jill Masterson se asfixia por el oro
Dedos de oro (1964)
“Goldfinger” ha sido aclamada por la crítica por su convincente villano y una trama bien tramada, pero también presenta una de las premisas más absurdas que ha desconcertado al público. La fascinación del famoso antagonista Auric Goldfinger por el oro se extiende más allá de la mera obsesión; se transforma en un método de asesinato.
Después de traicionar a Goldfinger, Jill Masterson se enfrenta a un destino sombrío: cubierta de pies a cabeza con pintura dorada, se da a entender que se asfixia como resultado. Sin embargo, el concepto de “asfixia cutánea” se considera en gran medida un mito. Sigue siendo ambiguo si el autor Ian Fleming creía en esta noción un tanto fantástica o si se propuso crear una imagen impactante.
1 El Dr. Kananga se hincha como un globo
Vive y deja morir (1973)
“Vive y deja morir” combina una peculiar mezcla de folclore y temas oscuros, alejándose de las narrativas tradicionales de Bond. Una escena, en particular, se destaca no solo por su rareza sino por su absoluta inverosimilitud: la infame muerte del Dr. Kananga.
En un clímax surrealista, Bond obliga a Kananga a tragarse una bolita de gas, lo que hace que se infle y, finalmente, explote como un globo. Esta representación fantástica desafía todas las realidades fisiológicas, ya que lleva la credulidad a límites inimaginables. La muerte del Dr. Kananga se ha hecho famosa como uno de los sucesos más extraños en la historia de Bond, lo que pone de relieve la capacidad de la franquicia para combinar la acción emocionante con el espectáculo absurdo.
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