Reseña de ‘Muerte de un unicornio’: comedia de A24 con Paul Rudd y Jenna Ortega que equilibra lo absurdo y lo predecible

Reseña de ‘Muerte de un unicornio’: comedia de A24 con Paul Rudd y Jenna Ortega que equilibra lo absurdo y lo predecible

Explorando los enigmáticos tapices de Los Claustros

En The Cloisters de Nueva York, una cautivadora colección de siete tapices narra vívidamente la historia de un unicornio, perseguido por humanos y abrazado tiernamente por una virgen. Esta fascinante serie ha provocado un amplio debate académico, con historiadores diseccionando sus interpretaciones durante muchos años. Los primeros análisis tendían a centrarse en temas de matrimonio y fertilidad, mientras que las opiniones contemporáneas han cambiado hacia ver estas obras de arte como profundas alegorías de Cristo. En su primer largometraje, Muerte de un unicornio, el director Alex Scharfman imagina un mundo donde existen los unicornios y los tapices sirven como advertencias cruciales.

Premisa de una aventura surrealista

Programada para su estreno por A24, Death of a Unicorn se estrenó en SXSW y está protagonizada por Paul Rudd y Jenna Ortega como una pareja de padre e hija enredados en un dilema extraordinario. De camino a una reunión de negocios esencial con un magnate farmacéutico, Elliot (Rudd), un abogado de cumplimiento agobiado por las alergias, y su hija Ridley (Ortega) chocan accidentalmente con un unicornio. Lo que normalmente sería un encuentro desgarrador con la vida silvestre adquiere una dimensión mucho más inquietante cuando descubren al ser mítico.

Una visión absurda de la sátira social

Scharfman, que escribió y dirigió la película, prepara el escenario para una narrativa de terror absurdo entrelazada con agudos comentarios sociales. Elliot ha invitado a Ridley a acompañarlo durante un fin de semana con Odell (Richard E. Grant), un multimillonario en decadencia que pretende elegir un representante para el directorio de su empresa. Esta decisión se convierte en un catalizador de posibles conflictos, ya que Elliot, mientras lidia con la reciente pérdida de su esposa, parece ser una opción ideal para la prueba comercial de Odell.

A medida que llegan, se hace evidente que se avecinan problemas, un tema familiar en la era de las sátiras sociales centradas en la disparidad de la riqueza. Se encuentran con la benévola esposa de Odell, Belinda (Téa Leoni), junto con su hijo descarriado, Shephard (Will Poulter), y un personal que incluye un guardaespaldas estoico (Jessica Hynes) y un mayordomo sobrecargado (interpretado deliciosamente por Anthony Carrigan).

Aprovechando el misterio del unicornio

El conflicto central de la película surge cuando la familia de Odell descubre las misteriosas habilidades curativas del unicornio y comienza de inmediato a idear planes para explotarlo. Invitan a los mejores investigadores (Sunita Mani y Stephen Park) para que los ayuden en su descarada explotación, y arrastran a todos a sus planes poco éticos. Escéptica sobre los planes, Ridley, una estudiante de historia del arte, se embarca en su propia investigación, que conduce a siniestras revelaciones sobre sus acciones.

Un viaje predecible pero entretenido

Con su premisa ambiciosa y absurda, La muerte de un unicornio comienza fuerte; sin embargo, pronto queda claro que la trayectoria de la historia es algo limitada. Scharfman sigue un camino familiar que hace eco de otras películas de este género, como El menú y El triángulo de la tristeza. Si bien hay absurdos entretenidos a lo largo de toda la película, la trama general carece de sorpresas. Aunque surge una oportunidad para profundizar en la historia de los siete tapices, Scharfman no da en el blanco y pasa por alto la oportunidad de explorar la mitología del unicornio más a fondo.

Este aspecto habría añadido profundidad, especialmente cuando el conjunto ecléctico se enfrenta a unicornios más míticos. Si bien Scharfman crea secuencias atractivas con criaturas mejoradas con CGI (que las retrata como seres formidables), hay una inconsistencia en su comportamiento que socava la tensión narrativa. Lo que está en juego parece disminuir cuando las habilidades de las criaturas se transforman convenientemente para adaptarse a las demandas de la trama.

Dinámica de los personajes y resonancia emocional

Las actuaciones del talentoso elenco elevan La muerte de un unicornio. Grant, Leoni y Poulter encarnan brillantemente sus papeles como miembros de la élite adinerada, disfrazando hábilmente su malicia subyacente con una magnanimidad fingida. Su dinámica con el torpe mayordomo resulta en un alivio cómico, gracias a la deliciosa comedia física de Carrigan.

Mientras tanto, Rudd y Ortega aportan una tierna autenticidad a sus personajes. Su relación, inicialmente fracturada por el peso del dolor, experimenta un desarrollo significativo a lo largo de esta extraña aventura. La química que muestran hace que su conexión emocional en momentos cruciales parezca genuina e impactante.

En definitiva, la película encuentra su fuerza en la relación en evolución entre Elliot y Ridley. Antes de su encuentro casual con el unicornio, ambos están lidiando con su dolor compartido, lo que lleva a conversaciones tensas e incómodas. Aunque su aventura no ofrece una curación inmediata, les permite vislumbrar un poco de comprensión, enriqueciendo su vínculo en medio del caos.

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