El expresidente Donald Trump, que ya tiene antecedentes penales, es la encarnación del fascismo peligroso y de la ignorancia flagrante. En su reciente discurso desde Mar-a-Lago, uno debe preguntarse si sus monólogos inconexos pueden considerarse genuinamente discursos. ¿Se tomó un momento para disculparse por la abominable muestra de racismo observada en su último mitin en el Madison Square Garden? Absolutamente no. En lugar de abordar las cuestiones urgentes en cuestión, se centró únicamente en menospreciar a la vicepresidenta Kamala Harris.
“Está haciendo campaña sobre la base de la inmoralización y, en esencia, es una campaña basada en la destrucción. En última instancia, es una campaña impulsada por el odio, odio puro y simple”, afirmó Trump (fuente: The Hill ). Y para aclarar, “inmoralización” no es una palabra establecida.
“Ayer mencioné que ella es simplemente un instrumento, un instrumento de un partido poderoso que incluye a individuos inteligentes… pero son despiadados y parecen decididos a destruir nuestra nación”, continuó con su discurso errático. “Tras dos intentos de asesinato en apenas tres meses, la deshonestidad y la calumnia que emanan de ella son desacreditables y verdaderamente imperdonables”.
En un inesperado momento de honestidad, Trump hizo referencia a sus experiencias como blanco de dos intentos de asesinato. El primer incidente ocurrió durante su campaña en Pensilvania en julio de 2024, donde recibió un disparo de Thomas Matthew Crooks, que por poco resultó herido, mientras que un transeúnte perdió la vida. Los agentes del Servicio Secreto posteriormente mataron a Crooks. El segundo asalto se produjo en Florida dos meses después, donde Ryan Wesley Routh fue interceptado antes de que pudiera sacar su arma. Cabe destacar que el atacante inicial estaba registrado como republicano, mientras que el segundo se había registrado como independiente.
Es esencial señalar que Kamala Harris y su compañero de fórmula, Tim Walz, nunca han alentado la violencia contra Trump; simplemente afirman que no es apto para la presidencia. La reciente retórica de Trump sobre “el enemigo interno” ha provocado una gran preocupación, y su exjefe de gabinete, John Kelly, afirmó que Trump hizo comentarios favorables sobre Adolf Hitler. Este comportamiento volátil ha llevado a Harris a etiquetar a Trump como “cada vez más desquiciado e inestable”. La semana pasada, lo llamó abiertamente “fascista”, enfatizando que esto es claramente más grave que simplemente promover el odio. La realidad es que Trump ejemplifica el fascismo y plantea una amenaza significativa si se le permite el acceso a la Casa Blanca una vez más.
En su discurso en Mar-a-Lago, Trump expresó: “¿Quién acogería con agrado unas fronteras abiertas que permitieran el ingreso de innumerables personas, incluidas las de pandillas y prisiones, los criminales más peligrosos del mundo? ¿Quién desea que se realicen cirugías transgénero de forma desenfrenada en todas partes?”. Trump parece obsesionado con la idea de las “operaciones transgénero”, creyendo erróneamente que las escuelas están realizando estas cirugías en niños a pesar de que hay pruebas claras de lo contrario que indican que es una situación inviable.
Para hablar de “campañas de odio absoluto”, basta con observar la atmósfera cargada de racismo que se vivió en el mitin del Madison Square Garden de Nueva York. El comediante –si es que se le puede llamar así– Tony Hinchcliffe soltó un humor vil contra los negros y los puertorriqueños que recordaba a una reunión nazi. Sin embargo, Trump lo ve de otra manera. Durante su discurso de hoy afirmó que el evento irradiaba “amor en la sala”. Esta afirmación es sorprendentemente similar a su justificación de la insurrección del 6 de enero, a la que se refiere como “un día de amor”. Parece bastante evidente que Donald Trump carece de una comprensión adecuada del amor. Lo que sí comprende es el odio, y lo esgrime como arma a diario.
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