
El mundo de la música fue profundamente influenciado por dos artistas icónicos cuyas carreras comenzaron a florecer en la vibrante década de 1980: Prince, de Minnesota, y Michael Jackson, de Indiana. Ambos nacieron en 1958, pero sus caminos se separaron pronto: Prince firmó su primer contrato discográfico a los 18 años y lanzó su álbum debut, For You, en 1978. Mientras tanto, Jackson consolidaba su carrera con sus hermanos de The Jacksons, a pocos años de lanzarse como solista con el emblemático álbum Off The Wall en 1979.
A pesar de sus similitudes —ambos surgieron como jóvenes ambiciosos de color provenientes del Medio Oeste—, se aventuraron en el panorama musical con sonidos únicos que fusionaban el pop, el rock, el R&B, el soul y el blues. Cada artista exhibió una ambición feroz, lo que dio lugar a una dinámica competitiva que definió gran parte de sus respectivas carreras.
Perfeccionistas competitivos
El cambio de poder
Según informó Rolling Stone, una sutil rivalidad se encendió en 1982, catalizada por el éxito sin precedentes de Jackson con Thriller, que eclipsó el exitoso álbum de Prince, 1999. En un regreso, Prince capturó la atención mundial a través de la película y la banda sonora de 1984 Purple Rain, tanto que Jackson asistió a múltiples espectáculos durante la gira Purple Rain para analizar de cerca el arte de Prince.
Aunque ambos hombres compartieron muchos momentos notables (algunos de los cuales insinuaban tensiones competitivas), su historia también está marcada por encuentros peculiares, como juegos memorables de ping pong y actuaciones ocasionales juntos.
El triunfo del príncipe en el ping-pong
Un concurso de baile único
Durante la producción de 1986 de Under The Cherry Moon, Jackson le hizo una visita espontánea a Prince. Fue durante este encuentro que Prince supuestamente lo invitó a una partida amistosa de ping pong. La partida concluyó con una contundente victoria de Prince sobre Jackson, lo que le llevó a jactarse: «¿Viste eso? ¡Jugó como Helen Keller!».
Además de su partida de ping pong, la pareja compartió escenario en 1983 en un concierto de James Brown. Jackson exhibió sus impecables pasos de baile antes de susurrarle a Brown sobre la presencia de Prince entre el público. Esto impulsó a Brown a subir a Prince al escenario, donde ofreció una actuación inolvidable, que incluyó una ferviente interpretación de guitarra y un memorable percance con la escenografía. Este incidente dejó a Prince avergonzado y, en ocasiones, resentido con Jackson por la exposición.
Intención colaborativa para “lo malo”
Las letras como barrera
En un esfuerzo por resolver su rivalidad, Jackson contactó a Prince con una invitación para colaborar en la canción principal de su álbum pionero de 1987, Bad. Sin embargo, Prince rechazó la oferta, alegando incomodidad con la primera línea de la canción. En una entrevista reflexiva con MTV, comentó:
La primera línea de esa canción es «Tu trasero es mío».Ahora digo: «¿Quién le va a cantar eso a quién? Porque seguro que no me la vas a cantar ni yo a ti, así que ahí está el problema».
A pesar de esta tensión lúdica, ambos artistas sostuvieron que su rivalidad surgió más del respeto mutuo y la admiración por los talentos del otro que de una animosidad profunda.
Respeto mutuo a pesar de la rivalidad
El trasfondo emocional
Aunque no eran mejores amigos, Prince y Jackson reconocían mutuamente sus inmensas contribuciones a la música. Su rivalidad se caracterizaba más por la dedicación a su arte que por la animosidad personal. Tras el inesperado fallecimiento de Jackson en 2009, Prince habló brevemente sobre él en una entrevista con Rolling Stone en 2014, declarando:
No quiero hablar de ello. Estoy demasiado cerca de ello.
Esta breve respuesta revela la profunda conexión y el respeto mutuo que sienten, subrayando que, más allá de su competencia, tanto Prince como Michael Jackson dejaron una huella imborrable en la industria musical. Al celebrar sus legados, se hace aún más evidente cuánto apreciamos aún sus extraordinarios talentos.
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