Desde el debut de Spider-Man en 2002, Sony Pictures ha seguido explorando y expandiendo el legado de este querido superhéroe a lo largo de dos décadas. El estudio ha cosechado importantes beneficios de la franquicia, mostrando varias interpretaciones del personaje de Peter Parker, algunas aclamadas por la crítica, mientras que otras han tenido recepciones mixtas. Sin embargo, Spider-Man sigue siendo un símbolo perdurable en el género de superhéroes, con un notable desempeño en taquilla que subraya su relevancia y popularidad en el cine.
Lo que realmente distingue a Spider-Man es su inquebrantable brújula moral. De manera análoga a Batman de DC, este código ético personal añade profundidad y complejidad a ambos personajes. Sus ocasionales luchas por adherirse a sus principios ofrecen una profunda comprensión de su humanidad, destacando los momentos en los que lidian con dilemas morales. De hecho, la primera película de acción real de Spider-Man asumió un riesgo notable al insinuar un lado más oscuro, donde Spider-Man se enfrentó a una situación en la que se quitó la vida, un cambio significativo con respecto a su arco de personaje establecido.
En 1999, Avi Arad estableció el mandato de no matar animales
Cuando Sony adquirió los derechos cinematográficos de Spider-Man mientras Marvel atravesaba una crisis financiera, esta decisión tendría efectos dominó en el panorama cinematográfico de superhéroes durante los años siguientes. Avi Arad, una figura destacada de la producción, afirmó la importancia de un principio rector para el personaje: «Spider-Man nunca mata a nadie». Esta regla es fundamental, ya que resume la esencia de Spider-Man: un héroe definido por la compasión y la empatía. Las desviaciones de este principio pueden tener profundas ramificaciones, haciendo que esos momentos sean aún más impactantes y memorables.
El guión inicial contemplaba un giro oscuro
En las discusiones sobre el desarrollo de Spider-Man, Arad reveló que el guión inicial incluía una escena en la que Spider-Man debía matar a un villano. Afirmó firmemente: «Eso no lo permitiríamos». Esta elección es particularmente significativa dado que se alinea con la trayectoria del arco del personaje de Peter Parker a través de la trilogía cinematográfica de Sam Raimi, lo que refuerza la noción de que perdonar vidas es parte integral de la identidad heroica de Spider-Man. Aunque el villano específico destinado a morir sigue siendo un misterio, las especulaciones sugieren que puede haber sido Norman Osborn, quien finalmente encuentra su destino a través de un medio indirecto cuando inadvertidamente se empala con su propio planeador.
Una rara violación de la regla de no matar
A pesar de su estricta adherencia a los métodos no letales, Spider-Man ha mostrado vulnerabilidad a lo largo de la trilogía original de Sam Raimi y en las adaptaciones posteriores. Cabe destacar que el personaje mata a sabiendas a un ser manifestado a partir del simbionte Venom en Spider-Man 3. En este caso, la acción de Peter Parker conduce a consecuencias no deseadas cuando Eddie Brock, que busca unirse nuevamente al simbionte, queda atrapado en la caída. Además, el peso emocional de los intentos fallidos de Parker de eliminar a villanos como Sandman y Harry Osborn resalta sus luchas internas y el alto costo de la misericordia.
Estos elementos temáticos moldean profundamente al personaje y contribuyen a su compleja personalidad. A lo largo de los arcos narrativos, los momentos de tragedia, especialmente ejemplificados por la desaparición de Gwen Stacy en The Amazing Spider-Man 2 , sirven para subrayar el peso de la responsabilidad que acompaña a sus poderes. El adagio eterno, «Un gran poder conlleva una gran responsabilidad», resume la esencia del viaje de Spider-Man y le recuerda que sus decisiones resuenan más allá de él mismo, influyendo en las personas que le importan y en el mundo que lo rodea.
Fuente: Variedad
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