
La maldición de los Oscar: una tendencia siniestra para los ganadores del premio a mejor director
Atención, cineastas y directores de estudios: la llamada maldición de los Óscar podría tener una base sólida. En los últimos trece años ha surgido una sorprendente tendencia que indica que muchos ganadores del premio a Mejor Director se han enfrentado a importantes desafíos en sus posteriores proyectos cinematográficos. Estas películas posteriores suelen tener un rendimiento inferior en taquilla o no logran conectar con el público, lo que ensombrece lo que debería ser un triunfo decisivo en su carrera.
Identificando el patrón de las recesiones posteriores a los Oscar
El análisis de la historia reciente revela un patrón desconcertante: la aclamada película de Ang Lee, » La vida de Pi» (2012), que le valió un Óscar, fue sucedida por «El largo camino de medio tiempo» de Billy Lynn (2016), que no tuvo buena acogida. De igual manera, Damien Chazelle continuó con su premiada «La La Land» (2016) con la deslucida » El primer hombre» (2018).La aclamada » La forma del agua» (2018) de Guillermo del Toro dio paso a la decepcionante «Nightmare Alley» (2021), que no logró cubrir gastos en taquilla. Chloé Zhao, recién llegada de su victoria con «Nomadland» (2020), tropezó con «Eternals» (2021), una supuesta plataforma de lanzamiento para una franquicia de superhéroes que fracasó tanto a nivel crítico como comercial.
Una historia de la maldición
El espectro inminente de la maldición del Mejor Director se remonta al fracaso de Michael Cimino tras El Cazador, Heaven’s Gate (1980), que provocó considerables pérdidas financieras para el estudio. Esta maldición resurgió en las últimas semanas con el último proyecto del aclamado cineasta Bong Joon Ho, Mickey 17, en dificultades, lo que generó especulaciones sobre las implicaciones más amplias de esta tendencia en la industria cinematográfica.
Con un presupuesto de 118 millones de dólares, más un coste adicional de la campaña de marketing, Mickey 17 ha recaudado tan solo 40, 8 millones de dólares a nivel nacional y tan solo 110, 7 millones de dólares a nivel mundial. Esta película, protagonizada por Robert Pattinson, se perfila para sufrir pérdidas financieras considerables, lo que contrasta marcadamente con el éxito previo de Bong con Parásitos (2019), que ganó numerosos premios, incluidos cuatro Óscar, y cautivó al público mundial.
El peso del reconocimiento de la industria
“Este premio es la máxima validación de Hollywood”, comenta Thomas Doherty, profesor de cine de la Universidad Brandeis, en una conversación con The Hollywood Reporter.“Si los directores no mantienen los pies en la tierra, el nuevo reconocimiento puede acarrear problemas”.Estos galardones otorgan a los ganadores un margen de maniobra considerable a la hora de seleccionar sus proyectos, lo que a veces lleva a decisiones más motivadas por la ambición que por el buen juicio.
Un ejemplo: Ang Lee adoptó técnicas experimentales en Billy Lynn, empleando una tecnología sin precedentes de 120 fotogramas por segundo junto con la filmación en 3D. Esta decisión, aunque innovadora, resultó en una desalentadora recaudación nacional de tan solo 2 millones de dólares, debido a importantes dificultades de distribución. La crítica fue implacable; Peter Bradshaw, de The Guardian, lamentó que la ambiciosa velocidad de fotogramas de la película, en última instancia, perjudicara su coherencia narrativa.
Aprendiendo de los errores
El Callejón de las Pesadillas de Guillermo del Toro y El Primer Hombre de Chazelle también ilustran esta preocupante tendencia. La película de Del Toro contó con un reparto coral, pero solo igualó su considerable presupuesto con una recaudación de taquilla menor a la esperada, generando 40 millones de dólares frente a un presupuesto de 60 millones. Chazelle, por su parte, fue objeto de escrutinio por la duración de su película, ya que el público consideró que el ritmo era un obstáculo para el disfrute.
¿Un nuevo enfoque para el seguimiento?
La experiencia de Chloé Zhao con Eternals, que se encontraba en producción cuando recibió su premio por Nomadland, plantea la pregunta de si esta maldición afecta a los directores incluso antes de embarcarse en sus nuevos proyectos. Alternativamente, esto podría sugerir un fenómeno similar al Principio de Peter, que señala que los talentos excepcionales pueden tener dificultades para adaptar sus habilidades a nuevos contextos eficazmente.
Rompiendo la maldición: Excepciones notables
A pesar de la maldición, dos directores —Alejandro Iñárritu y Alfonso Cuarón— se destacan como notables excepciones. Ambos cineastas han ganado dos premios Óscar sin caer en esta mala racha. Tras su primera victoria por Birdman, Iñárritu consiguió dos premios Óscar consecutivos con la aclamada El renacido, mientras que Cuarón, tras Gravedad, dirigió la universalmente aclamada Roma.
Mirando hacia el futuro
Aunque la maldición pueda parecer abrumadora, es importante recordar que los desafíos a menudo pueden conducir al crecimiento y la transformación. La trayectoria cinematográfica de Bong Joon Ho está lejos de terminar con Mickey 17. Además, otros ganadores recientes del premio a Mejor Director, como Jane Campion, The Daniels, Christopher Nolan y Sean Barker, aún no han estrenado sus proyectos posteriores, lo que deja abierta la posibilidad de un cambio radical.
Como postula Thomas Doherty, la estima asociada a ganar el premio a Mejor Director podría ensombrecer futuros proyectos, ya que los colaboradores podrían ser reacios a cuestionar las decisiones de un director.»¿Quién se atrevería hoy a aconsejar cautela a un cineasta de ese calibre?», se pregunta, subrayando el precario equilibrio en Hollywood entre la autonomía creativa y la crítica colaborativa.
Si bien la maldición de los Oscar puede ser un hilo narrativo que une a muchos directores famosos, también sirve como recordatorio de que cada proyecto es una nueva oportunidad para redefinir el éxito en el panorama en constante evolución de la realización cinematográfica.
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