Esta reseña se publicó por primera vez el 6 de septiembre de 2024, como parte de nuestra extensa cobertura del Festival Internacional de Cine de Toronto.
En el vibrante paisaje de Las Vegas, los verdaderos artistas, aquellos que poseen la capacidad magnética de cautivar al público, parecen estar desapareciendo en la oscuridad. A medida que Sin City se convierte cada vez más en un espectáculo de excesos, mercancías y celebridades superficiales, la esencia del verdadero mundo del espectáculo parece disminuir. El personaje de Pamela Anderson, Shelley, enfrenta esta inquietante realidad de frente en The Last Showgirl , mientras enfrenta el cierre inminente de su revista de Las Vegas, Le Razzle Dazzle, que lleva mucho tiempo en cartel, lo que la hunde en una crisis existencial.
Le Razzle Dazzle es el espectáculo por excelencia de su época, con artistas ataviados con deslumbrantes y elaborados trajes con lentejuelas. Shelley, la estrella veterana del espectáculo, ha asumido un papel de mentora para los bailarines más jóvenes, interpretados por Kiernan Shipka y Brenda Song. Jamie Lee Curtis ofrece una actuación convincente como Annette, una ex corista que ahora trabaja como camarera de cócteles, que sirve como un conmovedor recordatorio de lo que Shelley está a punto de perder cuando cae el telón de su clásico cabaret.
Pamela Anderson ofrece una actuación que define su carrera en The Last Showgirl
La actuación de Anderson es cruda y personal, lo que le da a la película una autenticidad que compensa sus momentos más débiles. La química entre los actores también le agrega una rica textura a la narrativa. Como la última corista que queda de Le Razzle Dazzle, la conexión de Shelley con el espectáculo es profunda y refleja su turbulenta relación con su hija distanciada, Hannah. El pasado persigue a Shelley, iluminando sus luchas mientras lidia con su identidad y la realidad de un legado de Las Vegas que se desvanece.
La última corista ofrece diversas perspectivas sobre Las Vegas
La narración también explora la Vegas contemporánea a través de las experiencias de los personajes de Shipka y Song. En una escena de audición particularmente reveladora, el personaje de Shipka le presenta a Shelley un nuevo espectáculo que celebra el hedonismo. Shelley se indigna con las sugerentes rutinas de baile del espectáculo, insistiendo en que carecen de la clase y la sofisticación que ella cree que definen a Le Razzle Dazzle. Sin embargo, cuando Hannah presencia el espectáculo por primera vez, desafía la nostalgia de su madre, señalando que su amada producción es tan provocativa como las actuaciones más nuevas.
A pesar de la insistencia de Shelley en que Le Razzle Dazzle representa una forma refinada de arte, la película revela sutilmente su negación interna. Lucha por reconocer que el mundo que la rodea (y su papel en él) se ha transformado drásticamente, una transformación a la que ha contribuido en parte, voluntaria o involuntariamente. A medida que la verdad se hace presente, Anderson retrata un desgarrador viaje de autodescubrimiento, donde Shelley intenta reconciliar su pasión por la actuación con su complicada identidad como madre.
Temáticamente, un aspecto significativo de la historia de Shelley gira en torno a su relación con Hannah, que aspira a ser fotógrafa. Cuando Hannah expresa su insatisfacción con la dirección sugerida por su madre adoptiva, Shelley la anima a perseguir sus sueños, afirmando conmovedoramente que es mejor perseguir lo que amas que conformarte con algo mundano.
La directora Gia Coppola realza la narrativa al retratar a Shelley en los rincones más tranquilos y melancólicos de Las Vegas, fumando y reflejándose en el paisaje de neón apagado. El contraste entre la vibrante ciudad que una vez gobernó y las calles desiertas que ahora recorre subraya el peso emocional de la película.
Cada miembro del reparto contribuye de forma única a este tapiz emocional. Dave Bautista capta sutilmente la esencia del ex de Shelley, mientras que Curtis brilla como la valiente Annette. Sin embargo, la dinámica entre Shelley, Shipka y Song deja un impacto duradero. Sus relaciones cambiantes ilustran tanto la complejidad de los vínculos maternos como la lucha de Shelley por priorizar sus propias necesidades en medio del cuidado de los demás.
Aunque The Last Showgirl adopta un tono melodramático, sigue siendo un sentido homenaje a la fuerza laboral de Las Vegas, a menudo olvidada, que resume su vitalidad y resiliencia. Sin duda, es un momento destacado para Anderson, que ofrece un retrato reflexivo de una era pasada en el entretenimiento.
The Last Showgirl se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Toronto de 2024 y actualmente se exhibe en los cines. La película tiene una duración de 89 minutos y está clasificada R por lenguaje y desnudez.
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