
Reseña de la primera película de Jess Varley, El astronauta
El primer largometraje en solitario de Jess Varley, El Astronauta, se estrena con una emocionante escena inicial. Una toma cenital cautiva a los espectadores mientras los botes de rescate se dirigen a toda velocidad hacia un buque portacontenedores, que se mece suavemente con el movimiento del océano. La urgencia se ve amplificada por la banda sonora, llena de adrenalina, del compositor Jacques Brautbar, conocido por su trabajo en Bob Trevino Likes It y Skywalkers: Una historia de amor. Esta yuxtaposición de profundidad emocional con un trasfondo de tensión crea una atmósfera de alto riesgo para la película.
En este intenso momento, conocemos a la capitana Sam Walker, interpretada por Kate Mara, una astronauta de la NASA que lidia con las consecuencias de su primera misión espacial. Los rescatistas luchan contrarreloj para salvarla tras un aterrizaje desastroso causado por una fuerza desconocida. Esta cautivadora introducción destaca la habilidad de Varley para generar suspense, mostrando algunos de los aspectos más cautivadores de la película en medio de una ejecución desigual.
El viaje de regreso a la Tierra
Tras su reciente estreno en SXSW, The Astronaut sigue a Sam durante la tumultuosa semana posterior a su regreso a la Tierra. Su regreso está lleno de emoción, pero está sujeto a los estrictos protocolos que la NASA exige para los astronautas que regresan. Debido a las peculiares circunstancias de su misión, reside en un búnker de alta seguridad enclavado en un frondoso bosque. El espacio habitable, diseñado por el diseñador de producción Alan Gilmore, rebosa comodidad con su decoración moderna de mediados de siglo, transformándolo en un santuario para invitados de alto perfil que necesitan protección estatal, como el general William Harris, interpretado por Laurence Fishburne.
Desentrañando misterios
Los días transcurren mientras los investigadores monitorean su salud psicológica y física mediante diversas evaluaciones con el objetivo de descubrir cambios derivados de su estancia en el espacio. Se hace evidente que su experiencia ha alterado su percepción; comienza a ver objetos que parecen flotar y sufre migrañas debilitantes acompañadas de un molesto zumbido en los oídos. Sam oculta sus aflicciones, temiendo que puedan comprometer sus posibilidades de participar en futuras misiones.
Además, las relaciones de Sam cobran protagonismo. Su anhelo por reconectar con su hija, Izzy (Scarlett Holmes), y su tenso matrimonio con su esposo (Gabriel Luna ofrece una interpretación con matices) complican aún más las cosas. Amigos como Val (Macy Gray) la instan a ocultar sus dificultades, pero a medida que se desarrollan sucesos inquietantes, comienza a sospechar que una presencia extraterrestre podría haberla seguido a casa.
Un thriller psicológico
Varley, quien escribió el guion y dirigió la película, construye la primera mitad de la película como un cautivador thriller psicológico. Emplea elementos clásicos del género, como sustos repentinos y una sensación generalizada de terror, que atrapan al público. El sofisticado diseño de sonido intensifica la tensión mientras Sam confronta sus miedos, atribuyendo inicialmente sus inquietantes experiencias a meras alucinaciones. Sin embargo, a medida que los sucesos paranormales se intensifican —como sonidos inexplicables y puertas que se abren solas—, su pánico se intensifica, llevándola a un colapso emocional.
Mara ofrece una actuación impactante que refleja la creciente tensión psicológica de Sam. Sutiles señales físicas —gestos nerviosos y una mayor ansiedad durante las evaluaciones diarias— ilustran su deterioro. A medida que su familia se preocupa cada vez más, un encuentro particularmente perturbador con cigarras alerta a su esposo sobre la posible realidad de las experiencias de Sam.
Frustraciones en el final
A pesar de sus sólidos componentes, El Astronauta tropieza en su acto final. Los temas centrales de la adopción —la propia adopción de Sam y su decisión de adoptar a Izzy— se entrelazan en la trama, pero los intentos de Varley por integrar estos elementos con la emocionante narrativa conducen a decisiones desconcertantes. Un emotivo monólogo que revela el origen de las ansiedades de Sam cambia abruptamente el tono de la película, resultando torpe e innecesario.
Este cambio narrativo, si bien amplía los temas de la película, deja muchas preguntas sin respuesta en su conciso marco de 90 minutos. La capacidad de Varley para generar suspenso flaquea, desviando la película hacia una exploración estereotipada de los lazos familiares. La torpe transición debilita el amenazante inicio, haciendo que la conclusión de la película se sienta desconectada del tono de suspense establecido previamente.
En última instancia, El Astronauta lucha por reconciliar su intención con la ejecución, disminuyendo el impacto de sus escalofriantes comienzos y dejando al público deseando una resolución más cohesiva.
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