En uno de sus últimos actos de campaña previos al día de las elecciones, Donald Trump expresó su frustración por no poder tomar represalias contra Michelle Obama después de que esta hiciera comentarios que le desagradaron. Este incidente pone de relieve las tensiones actuales entre Trump y la ex primera dama, en particular ahora que ella se ha convertido en una firme defensora de Kamala Harris en la carrera presidencial.
Michelle Obama: una voz fuerte en la campaña
Michelle Obama ha apoyado activamente a Kamala Harris, utilizando su plataforma para enfatizar cuestiones críticas que enfrentan los votantes. Durante un reciente mitin en Kalamazoo, Michigan, pronunció un poderoso discurso que resonó entre los votantes indecisos, en el que se refirió a los posibles efectos adversos del descontento político, en particular en las mujeres, a las que describió como posibles “daños colaterales” en el panorama electoral. Sin embargo, la creciente retórica de Trump contra ella, que incluye comentarios despectivos y sugerencias sobre “divertirse” con ella, indica claramente su incomodidad con su influencia.
El equipo de Trump interviene: un llamado a la moderación
Según se informa, durante la campaña electoral en Raleigh, Carolina del Norte, Trump expresó su frustración ante sus seguidores por las recomendaciones de sus asesores de abstenerse de atacar a Michelle Obama. Contó: “Michelle me golpeó. Fui muy amable con ella por respeto…”. Esta declaración contradice sus comentarios “amables” anteriores, ya que la había etiquetado públicamente como “desagradable” e insinuado intenciones más siniestras. La yuxtaposición de sus declaraciones de respeto con un trasfondo de comentarios despectivos anteriores plantea preguntas sobre su percepción de victimización.
La ira de Trump era palpable cuando compartió con su audiencia su deseo de responder con dureza a las críticas de Obama. Se refirió con humor al consejo de su personal: “¿Puedo golpearla ahora?… Dijeron: ‘Tranquilo, señor’”. A pesar de estas advertencias, siguió expresando su deseo de contraatacar, afirmando que siempre la había tratado bien, lo que subraya aún más la discrepancia en su comportamiento.
Trump: Michelle… Fui muy amable con ella por respeto. Ella me golpeó el otro día. Iba a decir: ¿puedo golpearla ahora? pic.twitter.com/u0E8oXnOpD
– Acyn (@Acyn) 4 de noviembre de 2024
Las implicaciones de la retórica de Trump
Es imperativo interpretar el uso que hace Trump de la palabra “golpear”, que parece referirse a ataques verbales, aunque plantea inquietudes sobre las implicaciones de ese lenguaje. Su aparente afán por “devolver el golpe” a una mujer como respuesta a las críticas ensombrece su campaña, en particular sus intentos de atraer a las mujeres votantes. Es probable que su equipo tenga como objetivo evitar que se repitan indiscreciones pasadas, en las que hizo comentarios incendiarios sobre las mujeres, incluidos comentarios despectivos sobre Liz Cheney y otras figuras públicas femeninas.
En un contexto político en el que es crucial ganar el apoyo de las mujeres, el patrón de Trump de amenazar o atacar a las mujeres (ya sea verbalmente o de otra manera) es sumamente problemático. Sus reiterados enfrentamientos con figuras femeninas, en particular con aquellas que lo critican o se oponen abiertamente, subrayan una tendencia alarmante. La idea de que Trump exige moderación de sus asesores para controlar sus reacciones no hace más que amplificar las preocupaciones sobre su temperamento y su idoneidad para el liderazgo.
El clima actual exige un diálogo más respetuoso y constructivo, en particular en el ámbito político. A medida que se acercan las elecciones, las interacciones entre los candidatos y sus respuestas a las críticas sin duda moldearán las percepciones de los votantes, especialmente entre los grupos demográficos que son cada vez más decisivos para determinar los resultados electorales.
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