
La Esports World Cup (EWC), una importante competición internacional de esports organizada por la Esports World Cup Foundation, debutó en 2024. El evento inaugural presentó una impresionante selección de más de 20 títulos, incluyendo clásicos populares como PUBG, CS2, Apex Legends y Rainbow Six Siege. Sin embargo, este evento emblemático no estuvo exento de controversia, ya que se le acusó de ser un vehículo para el lavado de imagen deportivo, un término que se refiere al uso estratégico de las inversiones deportivas para desviar la atención pública de problemas sociales más amplios.
Arabia Saudita, país anfitrión del EWC, ha sido objeto de escrutinio frecuente por parte de organizaciones de derechos humanos debido a su controvertido historial en materia de derechos humanos. Un informe publicado por Human Rights Watch en 2018 criticó al país por la continua discriminación contra grupos marginados. Conforme el EWC se prepara para su regreso en 2025, estos problemas han resurgido, reavivando el debate sobre las implicaciones éticas de albergar un torneo tan importante en Arabia Saudita.
Descifrando la controversia de la Copa Mundial de Esports antes de la EWC 2025
Las operaciones del EWC están financiadas sustancialmente por el Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudita, lo que permite que el torneo ostente una asombrosa bolsa de premios que supera los 60 millones de dólares. Si bien este atractivo financiero atrae a participantes y espectadores, también plantea interrogantes sobre las dimensiones éticas de aceptar dicha financiación.

Organizaciones de derechos humanos, incluida Amnistía Internacional, han condenado sistemáticamente a Arabia Saudí por diversas violaciones de derechos humanos y la supresión de la libertad de expresión. Un alarmante informe presentado a las Naciones Unidas por la Internacional de Trabajadores de la Construcción y la Madera puso de relieve la explotación de los trabajadores migrantes en el reino.
En 2021, Amnistía Internacional también documentó la represión contra periodistas y activistas, calificándola de ataque directo a la libertad de expresión. Además, las notables limitaciones de Arabia Saudí a los derechos LGBTQ+ han suscitado importantes críticas internacionales, ya que las relaciones entre personas del mismo sexo están criminalizadas, lo que conlleva severas sanciones para quienes las practican.
Estas preocupaciones sobre los derechos humanos contribuyen al continuo escrutinio internacional sobre Arabia Saudita, lo que crea el contexto para las acusaciones de lavado de imagen deportivo en torno al EWC. El evento, en la práctica una muestra del poder blando del país, se ha convertido en un símbolo de la dicotomía entre entretenimiento y ética.
Todos pueden participar en el concurso y nadie será discriminado. Es una promesa que podemos hacer.
– Ralf Reichert, director general de la Fundación EWC, durante una entrevista con la BBC en 2024.
Reichert también instó a los asistentes a respetar las costumbres locales durante su visita, enfatizando la importancia de adherirse a las normas culturales mientras se encuentren en Arabia Saudita:
Así que lo que les decimos a todos es que no sean explícitos con algunas normas culturales locales. Cíñanse a ellas, pero no se trata de quiénes son, sino de cómo se comportan localmente para respetar la cultura local, y creo que es justo.
En medio del debate en curso, figuras destacadas de la comunidad gamer, como Caleb Simmons y Alex “Goldenboy” Méndez, se han distanciado de la Copa Mundial de Esports. Méndez expresó públicamente una discrepancia entre sus valores personales y profesionales y el evento organizado por el gobierno saudí, lo que pone de relieve las tensiones entre las creencias individuales y las prácticas de la industria.
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